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Vocación de Acompañar: Ana María Barrientos y Casa de
la Luna
Ana María Barrientos Flores es mamá de Nicolás y Francisca y ma-
trona hace casi 15 años. Desde su infancia, tuvo claro lo que quería
hacer; no fue un deseo pasajero, sino una certeza que la ha acom-
pañado a lo largo de su vida. Su vocación la llevó a acompañar naci-
mientos, cuidar a mujeres y estar presente en momentos cruciales.
Durante mucho tiempo, trabajó en el sistema público, específica-
mente en el CESFAM de Quillón. En esta etapa de su carrera, apren-
dió mucho y conoció a mujeres fuertes y resilientes. Sin embargo,
también vivió “el desgaste de un sistema que no siempre pone en el
centro a las mujeres, sus familias y sus necesidades” cometa.
Uno de los principales motivos que impulsaron a Ana María a dar
un giro en su carrera fue la oportunidad de acompañar partos en
casa, una experiencia que no tiene horarios establecidos. Además,
sentía la necesidad de dedicar más tiempo a su familia, a activida-
des como asistir a reuniones del colegio y compartir momentos con
sus hijos y su compañero de vida, quien ha sido su pilar y sostén en
este camino.
Ana María también reconoce el papel fundamental de sus amigas
y mentoras, quienes han sido su faro y red de contención en los
momentos más inciertos, dándole el empuje necesario para seguir
adelante.
Hace seis años, decidió emprender su camino hacia la independen-
cia. Aunque enfrentó el miedo que acompaña todo nuevo comienzo,
estaba convencida de que quería acompañar a las mujeres en sus
propios ritmos, sin apuros ni intervenciones innecesarias. Así nació
Casa de la Luna, un proyecto que continúa creciendo con amor, co-
munidad y propósito.
Se sintió muy feliz de ser una mujer de Ñuble, honrada de la invita-
ción, y emocionada de abrir las puertas de su historia. más detalles en
@casadelaluna.
Solange Valdés: La Gastrónoma sin culpa
Se define como una persona esforzada, valiente y resiliente.
Como gastrónoma de profesión, actualmente dirige un em-
prendimiento de tortas saludables, creando una pastelería que
busca integrar a todos en las celebraciones sin culpa.
Desde pequeña, Solange creció inmersa entre bizcochos y
cremas. Su vida la llevó a vivir en la Araucanía, donde la belleza
de sus cerros y la calidez de su gente dejaron una huella pro-
funda en su corazón. No obstante, nunca dejó de sentir el an-
helo de regresar a Chillán, un deseo que finalmente concretó.
En su regreso, ha podido observar un florecimiento en muchas
áreas de su vida, al tiempo que ha enfrentado historias, luchas
y adversidades que han contribuido a la construcción de su
identidad.
Se describe como amable como sus abuelas que siempre ten-
dieron una mano, práctica como sus profesoras que lograban
grandes obras con pocos recursos, generosa como aquellas
mujeres que comparten su fe, y trabajadora como su madre y
sus antepasadas.
Más detalles en @mi_tortamada.
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