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Cultura
Educar la mirada para habitar la ciudad
La novela The City & The City de donde todavía hay vecinas que estímulos hostiles.
China Miéville narra dos ciudades riegan las veredas al atardecer. Las escuelas de diseño, arqui-
que se superponen en el mismo Allí la comunicación visual no es tectura y las municipalidades
territorio, Besźel y Ul Qoma, pero estridente sino un susurro cívico, debemos emprender una car-
que se rehúsan a reconocerse el color del azulejo, la textura de tografía de lo mirable, un mapa
mutuamente, sus habitantes han La ciudad no es solamente la madera, la proporción de una colectivo que indique dónde la
aprendido el arte de desver, de bo- el lugar donde caminamos, tipografía que no pretende gritar señalética requiere humanidad y
rrar con la mirada aquello que está sino acompañar la mirada. no solo normativa técnica, dónde
a un paso, pero pertenece a la otra es el lienzo que nos devuel- Pero hay imágenes que no mo- la publicidad debería retirarse para
urbe. En esa coreografía forzada, ve la forma de nuestra mi- ramos, apenas las soportamos, y dejar respirar a la retina, dónde
los ciudadanos se desplazan como otras que deberíamos mirar solo los murales vecinos merecen luz
funámbulos, atentos a no tropezar rada. Allí donde la vista se de modo crítico. Son las pantallas y mantenimiento, dónde un árbol
con lo prohibido, y el espacio público vuelve voraz, la urbe se re- gigantes que colonizan esquinas y proyectar la sombra que ninguna
se convierte en una cartografía de duce a mercancía, allí don- desfiles con animaciones intermi- marquesina podría comprar. Esa
ausencias voluntarias. Esa ficción nables, los paneles que devoran el cartografía no buscaría embellecer
resuena con la realidad de nues- de el ojo aprende a habitar, horizonte con un brillo que borra por capricho sino devolver a los
tras propias ciudades, también la ciudad se transforma en el cielo nocturno, las rejas y cercos ojos la posibilidad de morar.
aquí existen territorios visibles y un tejido común. Quizás el que convierten la fachada en sos- En un tiempo en que todo com-
territorios invisibles, no porque pecha y la calle en un corredor de pite por la atención, mensajes,
estén en otro país sino porque verdadero progreso urba- desconfianza. Esos objetos visuales notificaciones, flashes y algoritmos,
nuestra mirada ha sido educada no consiste en educar la no invitan a habitar, nos expulsan volver a morar la ciudad significa Alejandro Arros Aravena
para saltárselos. Miramos con atención para que no sea hacia un consumo compulsivo o nos recuperar el ritmo lento de los ojos. Doctor en Educación,
fruición el centro histórico ilu- encierran en el miedo. La ciudad Las paredes con grafitis que narran Académico Departamento de
minado para el turismo, los cafés un rayo que hiere, sino una contemporánea se ha ido llenando memorias de barrio, las tramas de Comunicación Visual UBB
de moda con ventanales amplios brisa que acaricia los con- de señales que no guían ni narran, mosaicos que alguien colocó hace
y luces tibias, pero aprendemos a tornos de lo real. Por eso, solo interrumpen y saturan. En ellas décadas, las sombras que caen
no mirar las marquesinas donde la visualidad dejó de ser lenguaje sobre un banco de plaza, todo eso
alguien tiende un colchón delgado, al salir a la calle, propongo para transformarse en ruido. puede ser también comunicación
el letrero oxidado de una ferretería detenernos un instante, El gran drama que Miéville visual, pero solo nos habla si le
que sobrevive en medio de edificios sugiere no es solo el crimen que ofrecemos silencio interior para
espejados, los muros grafiteados no solo para mirar, sino su detective investiga, sino el escucharla.
que cuentan una historia de barrio para morar con la vista. La mandato de no ver. Esa orden de La ciudad no es solamente el
o alguna víctima ajusticiada por ciudad dejará entonces de desatender al otro, de borrar lo lugar donde caminamos, es el
la narcocultura. La comunicación que incomoda, es una violencia lienzo que nos devuelve la forma
visual, lejos de ser neutra, dibuja parecernos un escenario silenciosa. En nuestras calles tam- de nuestra mirada. Allí donde la
los mapas de esa atención selecti- fragmentado como en la bién practicamos, sin declararlo, vista se vuelve voraz, la urbe se
va, decide qué merece brillo y qué ficción de Miéville, y se un incumplimiento simbólico, reduce a mercancía, allí donde el
debe opacarse. ignoramos al que duerme bajo el ojo aprende a habitar, la ciudad se
Pensar la ciudad desde la comu- revelará como un territorio alero de una tienda cerrada, a la transforma en un tejido común.
nicación visual es preguntarnos entero donde cada esqui- anciana que recoge latas entre los Quizás el verdadero progreso
dónde el ojo descansa y dónde na, cada muro, cada árbol, autos, a los murales que hablan de urbano consiste en educar la aten-
huye. Morar la ciudad es distinta de luchas pasadas. Lo hacemos no por ción para que no sea un rayo que
mirarla. Morar, como lo recordaba reclama ser visto no como maldad sino por hábito, porque el hiere, sino una brisa que acaricia
Heidegger, es cuidar, y cuidar im- decorado sino como parte flujo de las imágenes publicitarias los contornos de lo real.
plica permanecer, otorgar al espacio nos ha entrenado para mirar solo Por eso, al salir a la calle, pro-
un tiempo y una emoción, El mismo viva de nuestra memoria lo que promete gratificación in- pongo detenernos un instante, no
Heidegger señalaba que la ciudad compartida. Morar con los mediata. La comunicación visual solo para mirar, sino para morar
era el mundo y la naturaleza lo ojos es la primera forma de debería recordarnos que el acto con la vista. La ciudad dejará en-
inmundo. Moramos el parque con de mirar es, al mismo tiempo, un tonces de parecernos un escenario
bancos que invitan a conversar, la ciudadanía. acto ético. fragmentado como en la ficción
sombra de los plátanos orientales en El comunicador visual, sea de Miéville, y se revelará como
las avenidas, los mosaicos gastados diseñador, urbanista, artista o un territorio entero donde cada
de la plaza donde se cruzan gene- fotógrafo, tiene una doble respon- esquina, cada muro, cada árbol,
raciones, los casi extintos letreros sabilidad, crear mensajes que sean reclama ser visto no como decorado
pintados a mano en las ferreterías legibles sin agredir, que orienten sino como parte viva de nuestra
y botillerías que persisten como sin aplastar, y defender el derecho memoria compartida. Morar con
pequeñas reliquias tipográficas. ciudadano a contemplar el espacio los ojos es la primera forma de
Moramos el silencio de los pasajes urbano sin sentirse sitiado por ciudadanía.
200 personas han participado del
Programa de Artesanía del CCMCh
El Programa Formativo en Artesanías de Ñuble del son parte de nuestra historia y, por ende, representan
Centro Cultural Municipal Enrique Gajardo Velásquez lo que Chillán y Ñuble tienen para ofrecer. La idea es
(CCMCh) continúa consolidándose como un espacio poder rescatar estas actividades y que perduren a lo
de aprendizaje y rescate patrimonial. Desde el 1 de largo del tiempo”.
julio, se está desarrollando el segundo ciclo del taller El taller de bordado en arpillera, impartido por la
de Bordado en Arpillera y el tercer ciclo de Alfarería, artista textil Paulina Oses, ya ha reunido a un grupo
mientras que las Masterclass de Pintura con Tierra de 48 participantes en cuatro ciclos, quienes han
Arcillosa han convocado a gran participación en sus comenzado a crear escenas y paisajes con retazos
primeras sesiones. En total, a la fecha 171 usuarios han de tela y muñequitos bordados. En paralelo, el taller
participado de los cursos. de alfarería, a cargo de Mónica Venegas, Tesoro Hu-
En esa línea, el alcalde de Chillán y presidente de la Cor- mano Vivo y destacada maestra de la greda negra de
poración Cultural, Camilo Benavente, valoró los avances Quinchamalí, ha seguido desarrollándose con gran
del programa señalando que, “el Centro Cultural tiene entusiasmo. Y por su parte, las masterclass de pintura
como objetivo ser un espacio para la formación, y a con tierra arcillosa, guiadas por Consuelo Ceballos,
su vez, la misión de dar visibilización al arte y la cultura han sorprendido hasta ahora a 74 participantes, niñas
local. En ese sentido, este nuevo programa nos tiene y niños, con la riqueza cromática de los pigmentos
muy contentos, porque rescata actividades y oficios que naturales de Ñuble.