Page 33 - Diario 05/10/2025
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        Cultura




        Educar la mirada para habitar la ciudad











          La novela The City & The City de                          donde todavía hay vecinas que   estímulos hostiles.
        China Miéville narra dos ciudades                           riegan las veredas al atardecer.   Las escuelas de diseño, arqui-
        que se superponen en el mismo                               Allí la comunicación visual no es   tectura y las municipalidades
        territorio, Besźel y Ul Qoma, pero                          estridente sino un susurro cívico,   debemos emprender una car-
        que se rehúsan a reconocerse                                el color del azulejo, la textura de   tografía de lo mirable, un mapa
        mutuamente, sus habitantes han  La ciudad no es solamente   la madera, la proporción de una   colectivo que indique dónde la
        aprendido el arte de desver, de bo-  el lugar donde caminamos,   tipografía que no pretende gritar   señalética requiere humanidad y
        rrar con la mirada aquello que está                         sino acompañar la mirada.    no solo normativa técnica, dónde
        a un paso, pero pertenece a la otra  es el lienzo que nos devuel-  Pero hay imágenes que no mo-  la publicidad debería retirarse para
        urbe. En esa coreografía forzada,   ve la forma de nuestra mi-  ramos, apenas las soportamos, y   dejar respirar a la retina, dónde
        los ciudadanos se desplazan como                            otras que deberíamos mirar solo   los murales vecinos merecen luz
        funámbulos, atentos a no tropezar   rada. Allí donde la vista se   de modo crítico. Son las pantallas   y mantenimiento, dónde un árbol
        con lo prohibido, y el espacio público  vuelve voraz, la urbe se re-  gigantes que colonizan esquinas y   proyectar la sombra que ninguna
        se convierte en una cartografía de   duce a mercancía, allí don-  desfiles con animaciones intermi-  marquesina podría comprar. Esa
        ausencias voluntarias. Esa ficción                          nables, los paneles que devoran el   cartografía no buscaría embellecer
        resuena con la realidad de nues-  de el ojo aprende a habitar,   horizonte con un brillo que borra   por capricho sino devolver a los
        tras propias ciudades, también  la ciudad se transforma en   el cielo nocturno, las rejas y cercos   ojos la posibilidad de morar.
        aquí existen territorios visibles y   un tejido común. Quizás el   que convierten la fachada en sos-  En un tiempo en que todo com-
        territorios invisibles, no porque                           pecha y la calle en un corredor de   pite por la atención, mensajes,
        estén en otro país sino porque   verdadero progreso urba-   desconfianza. Esos objetos visuales   notificaciones, flashes y algoritmos,
        nuestra mirada ha sido educada  no consiste en educar la    no invitan a habitar, nos expulsan   volver a morar la ciudad significa   Alejandro Arros Aravena
        para saltárselos. Miramos con   atención para que no sea    hacia un consumo compulsivo o nos   recuperar el ritmo lento de los ojos.   Doctor en Educación,
        fruición el centro histórico ilu-                           encierran en el miedo. La ciudad   Las paredes con grafitis que narran   Académico Departamento de
        minado para el turismo, los cafés  un rayo que hiere, sino una   contemporánea se ha ido llenando   memorias de barrio, las tramas de   Comunicación Visual UBB
        de moda con ventanales amplios  brisa que acaricia los con-  de señales que no guían ni narran,   mosaicos que alguien colocó hace
        y luces tibias, pero aprendemos a   tornos de lo real. Por eso,   solo interrumpen y saturan. En ellas   décadas, las sombras que caen
        no mirar las marquesinas donde                              la visualidad dejó de ser lenguaje   sobre un banco de plaza, todo eso
        alguien tiende un colchón delgado,  al salir a la calle, propongo   para transformarse en ruido.  puede ser también comunicación
        el letrero oxidado de una ferretería   detenernos un instante,   El gran drama que Miéville   visual, pero solo nos habla si le
        que sobrevive en medio de edificios                         sugiere no es solo el crimen que   ofrecemos silencio interior para
        espejados, los muros grafiteados   no solo para mirar, sino   su detective investiga, sino el   escucharla.
        que cuentan una historia de barrio  para morar con la vista. La   mandato de no ver. Esa orden de   La ciudad no es solamente el
        o alguna víctima ajusticiada por   ciudad dejará entonces de   desatender al otro, de borrar lo   lugar donde caminamos, es el
        la narcocultura. La comunicación                            que incomoda, es una violencia   lienzo que nos devuelve la forma
        visual, lejos de ser neutra, dibuja   parecernos un escenario   silenciosa. En nuestras calles tam-  de nuestra mirada. Allí donde la
        los mapas de esa atención selecti-  fragmentado como en la   bién practicamos, sin declararlo,   vista se vuelve voraz, la urbe se
        va, decide qué merece brillo y qué   ficción de Miéville, y se   un incumplimiento simbólico,   reduce a mercancía, allí donde el
        debe opacarse.                                              ignoramos al que duerme bajo el   ojo aprende a habitar, la ciudad se
          Pensar la ciudad desde la comu-  revelará como un territorio   alero de una tienda cerrada, a la   transforma en un tejido común.
        nicación visual es preguntarnos  entero donde cada esqui-   anciana que recoge latas entre los   Quizás el verdadero progreso
        dónde el ojo descansa y dónde   na, cada muro, cada árbol,   autos, a los murales que hablan de   urbano consiste en educar la aten-
        huye. Morar la ciudad es distinta de                        luchas pasadas. Lo hacemos no por   ción para que no sea un rayo que
        mirarla. Morar, como lo recordaba  reclama ser visto no como   maldad sino por hábito, porque el   hiere, sino una brisa que acaricia
        Heidegger, es cuidar, y cuidar im-  decorado sino como parte   flujo de las imágenes publicitarias   los contornos de lo real.
        plica permanecer, otorgar al espacio                        nos ha entrenado para mirar solo   Por eso, al salir a la calle, pro-
        un tiempo y una emoción, El mismo   viva de nuestra memoria   lo que promete gratificación in-  pongo detenernos un instante, no
        Heidegger señalaba que la ciudad  compartida. Morar con los   mediata. La comunicación visual   solo para mirar, sino para morar
        era el mundo y la naturaleza lo   ojos es la primera forma de   debería recordarnos que el acto   con la vista. La ciudad dejará en-
        inmundo. Moramos el parque con                              de mirar es, al mismo tiempo, un   tonces de parecernos un escenario
        bancos que invitan a conversar, la   ciudadanía.            acto ético.                  fragmentado como en la ficción
        sombra de los plátanos orientales en                         El comunicador visual, sea   de Miéville, y se revelará como
        las avenidas, los mosaicos gastados                         diseñador, urbanista, artista o   un territorio entero donde cada
        de la plaza donde se cruzan gene-                           fotógrafo, tiene una doble respon-  esquina, cada muro, cada árbol,
        raciones, los casi extintos letreros                        sabilidad, crear mensajes que sean   reclama ser visto no como decorado
        pintados a mano en las ferreterías                          legibles sin agredir, que orienten   sino como parte viva de nuestra
        y botillerías que persisten como                            sin aplastar, y defender el derecho   memoria compartida. Morar con
        pequeñas reliquias tipográficas.                            ciudadano a contemplar el espacio   los ojos es la primera forma de
        Moramos el silencio de los pasajes                          urbano sin sentirse sitiado por   ciudadanía.




        200 personas han participado del

        Programa de Artesanía del CCMCh




        El Programa Formativo en Artesanías de Ñuble del   son parte de nuestra historia y, por ende, representan
        Centro Cultural Municipal Enrique Gajardo Velásquez   lo que Chillán y Ñuble tienen para ofrecer. La idea es
        (CCMCh) continúa consolidándose como un espacio   poder rescatar estas actividades y que perduren a lo
        de aprendizaje y rescate patrimonial. Desde el 1 de   largo del tiempo”.
        julio, se está desarrollando el segundo ciclo del taller   El taller de bordado en arpillera, impartido por la
        de Bordado en Arpillera y el tercer ciclo de Alfarería,   artista textil Paulina Oses, ya ha reunido a un grupo
        mientras que las Masterclass de Pintura con Tierra   de 48 participantes en cuatro ciclos, quienes han
        Arcillosa han convocado a gran participación en sus   comenzado a crear escenas y paisajes con retazos
        primeras sesiones. En total, a la fecha 171 usuarios han   de tela y muñequitos bordados. En paralelo, el taller
        participado de los cursos.                   de alfarería, a cargo de Mónica Venegas, Tesoro Hu-
        En esa línea, el alcalde de Chillán y presidente de la Cor-  mano Vivo y destacada maestra de la greda negra de
        poración Cultural, Camilo Benavente, valoró los avances   Quinchamalí, ha seguido desarrollándose con gran
        del programa señalando que, “el Centro Cultural tiene   entusiasmo. Y por su parte, las masterclass de pintura
        como objetivo ser un espacio para la formación, y a   con tierra arcillosa, guiadas por Consuelo Ceballos,
        su vez, la misión de dar visibilización al arte y la cultura   han sorprendido hasta ahora a 74 participantes, niñas
        local. En ese sentido, este nuevo programa nos tiene   y niños, con la riqueza cromática de los pigmentos
        muy contentos, porque rescata actividades y oficios que   naturales de Ñuble.
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